domingo, 12 de enero de 2014

Esperanzas para construir un mejor país

Hoy tuve de uno de esos encuentros conmovedores. De esos que te hacen avivar la fe en el país. Justo en estos días, en los que el desánimo y el guayabo por Venezuela, han golpeado fuerte. Me encontré -en medio de mi prisa y mis ganas de conversar- con Katy. Una joven simpática, con un rostro que irradia felicidad y deseos de superación. Entre sus lampazos para pulir el carro y sus botas amarillas, cruzamos algunas ideas. Tiene 17 años, vive en Petare y trabaja lavando carros los fines de semanas. Fue el único trabajo que consiguió, a pesar de ser menor de edad para lograr algunos ingresos, que le permitan sostenerse en Caracas, mientras cursa el segundo semestre de la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Su salario le da, también, para de vez en cuando hacer un mercado y llevarlo a su hogar, que está en un caserío cerca de El Tigre, estado Anzoátegui. Esta chica que viene de una familia de 4 hermanos, comenta que trabaja para ayudar a su mamá. Katy quiere ser periodista de espectáculos en televisión. Es su mayor sueño. Mientras tanto, dice que se pasea por la historia de Venezuela en las aulas de clase. Pero espera formarse como una gran moderadora de la farándula. Ella reúne para mudarse a otra habitación, cerca de la universidad. Al cumplir la mayoría de edad quiere conseguir otro trabajo que le proporcione más ingresos. Por ahora, se dedica con ahínco a trabajar entre el grupo de chicos que se encargan de la limpieza de los vehículos en el estacionamiento de un supermercado. Su sonrisa, su convicción por el trabajo y sus deseos de superación, me hicieron reencontrarme con la esperanza para construir un mejor país.

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