lunes, 28 de marzo de 2011

Víctor Martínez sufre las trazas de la injusticia

Debo confesar que ésta es una de las entrevistas que más me ha marcado como profesional. Sobre todo por la fusión de sentimientos que embargan a mi entrevistado. A pesar de todos los hechos, la palabra que logra resumir a Víctor Martínez es "valentía. Fue una experiencia en la que no hubo tiempo, lugar, ni limitación para que este gran luchador larense compartiera su historia. Éste fue un trabajo que realicé en octubre de 2010, para El Libertario -una publicación de crítica anarquista-, que se hace en Caracas.

Aquí les dejo....




















Víctor Martinez se ha convertido en uno de los tantos rostros de la impunidad en Venezuela, desde hace un año, cuando las balas cerraran los ojos y acallaran la voz de protesta de su hijo, Mijail Martínez. A pesar del dolor y de la impotencia que lo embargan, mantiene vivo su espíritu de lucha social y de compromiso con la Justicia.

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El Crimen

El 26 de noviembre de 2009, a las 7.30am; Mijaíl Martínez se encontraba afuera de su casa esperando que su mamá saliera para llevarla al trabajo. De pronto apareció un muchacho, quien lo amenazó e hizo que se bajara del vehículo donde se encontraba. Sacó un arma de fuego, le disparó sin mediar palabras.

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Las balas cerraron los ojos y acallaron su voz de protesta de Mijaíl Martínez. Un videoactivista, que a través de las cámaras, se convirtió en portavoz de los testimonios de impunidad, que conoció durante su experiencia como colaborador del Comité de Víctimas contra la Impunidad del estado Lara. Mijail -un joven de 23 años- pasó de ser un ciudadano que denunciaba la corrupción del sistema público en Venezuela, a ser una víctima más a la que el poder del poder político ha dejado sin vida.

A un año de su muerte, el dolor y la impotencia embargan a su padre, Víctor Martínez, impulsor del movimiento revolucionario liderado por Hugo Chávez, ex diputado del Consejo Legislativo del estado Lara y ex militante del Partido Socialista de Venezuela. Este luchador social, hoy, se siente burlado por el poder político, que en otrora ayudara a consolidar. Su firmeza con la lucha por la justicia y la igualdad social, fueron las motivaciones para que sus mismos compañeros de partido acabaran con la vida de su hijo.

Su testimonio representa una de las tantas voces de impunidad que han tenido que sufrir los males de la corrupción y la complicidad del sistema judicial venezolano. En estas líneas, Victor comparte la visión de su hijo y ofrece su testimonio agitado por el peso de la injusticia que ha tenido que cargar a cuestas. Sin embrago, confirma su compromiso con la libertad en nombre de Mijaíl y por la larga lista de ciudadanos a los que la violencia y el abuso de poder de los cuerpos de seguridad del Estado han dejado sin vida.

-¿Cómo padre, cuál es la visión que te ha dejado Mijaíl?

- Mijaíl era un joven poeta, rockero, introvertido, callado, jovial…. Con una sensibilidad tal que, confieso que como padre, someramente la observé. Parece mentira, pero es la verdad, después de muerto es que he venido a conocer a Mijaíl, a pesar de lo que compartimos. Leyendo su poesía, uno observa lo multifacético, lo creativo y lo sublime de Mijaíl, con lo que podía extrapolar la realidad a su interioridad, a sus conflictos, a su búsqueda, como una forma de hacerse entender y plasmar para la eternidad, para la sociedad, en su poemario, en sus reflexiones. Ese Mijaíl lo conozco es ahora.

- ¿Cómo describe a Mijaíl como un compañero de tu lucha social?

- Mijaíl vivió conmigo esa metamorfosis existencial de todo este proceso, por lo que me acompañó y me ayudó a plasmar todas esas denuncias, sobre todo en los programas de carácter social. Mijaíl compartió conmigo esa visión de perversión con todas las denuncias que veníamos haciendo contra la corrupción, contra la impunidad y eso lo llevó a él a participar conmigo en todas las luchas que desde el Comité se venía dando. Él tomó sus propios nexos -paralelamente, de mi acción con los compañeros de Comité- y empezó a participar con ellos en sus actividades. Yo creo que Mijaíl fue dando sus pasos por ese acompañar, por esa observación, de que él tenía su propia visión y sus propios análisis.

- ¿Cuál es la situación en la que se encuentra el caso de Mijaíl?

- A esta altura del juego no hay ningún detenido. Hay algunos señalados que no tienen ninguna consistencia -uno porque lo han dejado ir y otro porque han tenido que soltarlo, es lo que se ha anunciado hasta ahora-. Primero fue Jairo Solones que nadie lo conocía, nadie lo andaba buscando y se presentó (el 28 de noviembre, en el diario El Informador y declaró culpable)-. Y aunque los elementos que él estaba denunciado eran contradictorios, fueron los elementos que el CICPC determinó para dar la investigación con el detenido, policialmente cerrada. Resulta que el detenido cuando lo presentan en la fiscalía, no lo presentan por el crimen que -presuntamente- había cometido, sino porque, casuísticamente, le encontraron una porción de menos de 9 gramos de cocaína cuando se lo llevaron del periódico.

- Has denunciado en diversas oportunidades que ha existido complicidad de diversos sectores tanto públicos como privados, para desvirtuar el crimen político del que fue víctima Mijaíl. ¿Cuáles son los hechos que sustentan estas declaraciones?

- En el caso de Mijaíl, se da una centrífuga de complicidades. Es una tramoya, donde desde la policía, periodista, abogado, los fiscales y los jueces jugaron coherentemente toda la estrategia de ponerlo -a Jairo- en libertad y desaparecerlo hasta el día de hoy. Con ese conjunto de situaciones, que luego se saben por parte de la inteligencia social que es la que he utilizado descubrimos la historia de Jairo Solones y resulta ser que está desaparecido desde el 01 de diciembre de 2009, junto a su mamá -Rosa Ollarves que vivía en una humilde casa en Los Pocitos-. Y éstas son horas que no lo han capturado y no lo van a capturar. ¿Estará vivo? ¿Estará muerto? ¿Lo tienen secuestrado?

- Has dicho que el crimen de tu hijo representa un pase de factura de las fuerzas de poder del Estado, por tus contundentes denuncias contra la corrupción ¿Quiénes crees que están detrás del asesinato de Mijaíl?

- Detrás de la muerte de mi hijo, está Luis Reyes Reyes -ex gobernador-, Armando Rodríguez Figuera -general de la Guardia Nacional-, porque a ellos yo los había denunciado, fundamentalmente, por actos de corrupción y apoyo al narcotráfico; y al DIAC -que era el grupo de parapolicías que ejecutaron a más de 280 personas en la administración de Reyes Reyes y Rodríguez Figuera. Yo tenía presunciones, que venían por las amenazas que como diputado había tenido de ese sector por mi consistencia en denunciar delitos de corrupción y confrontaciones con Reyes Reyes -aún siendo nosotros dos del mismo partido, pero que yo lo no le había acatado la línea -. “Yo los he emplazado públicamente, y a Hugo Chávez le he dicho que por omisión, él es corresponsal de la muerte de mi hijo, al igual que otras tantas víctimas.

¿Cómo se puede entender este golpe que te ha dado gente del mismo proceso político que ayudaste a construir, y del que hoy te sientes decepcionado por el rumbo desvirtuado que ha tomado, lejos de los principios de justicia e igualdad social por los que en un principio tú apostabas?.

- Esto que me sucede a mí no es desde ahorita. No es de la V república. Es una situación que nosotros hemos denunciado por décadas. Cuando yo asumí la función de parlamentario denuncié y luché contra las tribus iniciales, contra las mafias de las policías corruptas. Y ¿cuál es el pago? Me mandan a matar el hijo, me dejan inhabilitado aquella misma gente que yo llevé a gobierno. Cuando aquí nadie daba medio por Chávez, yo di la vida.

- ¿En tu condición víctima de la impunidad, cómo describes la corrupción que envuelve a este proceso político?

- Hoy vivimos una situación donde la diferencia social frente al problema de la impunidad no tiene frontera. Igual se corre el riego y el que más sufre es el pobre, el excluido porque no tiene nada para protegerse. La gran distorsión que se ha dado con esta caricatura de revolución -y de manipulación que es lo que es en verdad- es que las bandas no las coordinan delincuentes, sino policías o funcionarios que se vuelven delincuentes -no serán todos. No todo está corrompido-. Pero yo creo que en este proceso que tenemos las víctimas reales y potenciales es que aquí hay que producir una revolución radicalmente en todo lo que es el sistema de administración de justicia, valga decir policía, fiscalía, tribunales. Incluso, la conformación y concepción del Estado de derecho. Porque hasta ahora, tal cual como está planteado, todo está hecho para que le hagan el mandado a las víctimas y el que sale favorecido es el victimario. ¿Y la víctima?, `el que murió se jodió y el que venga atrás que arree con el dolor, con la angustia, con la desesperación que genera esto`. Lo que más duele es la burla con que se hace, que matan y siguen matando. Y quienes matan van por la calle del medio, no les pasa un carajo. Tienen ese barniz divino de intocables, esté en el nivel social que esté -desde el sicario, hasta quienes los utilizan, aprovechándose de los recursos del poder que nosotros los ciudadanos le damos para que ellos, en nombre nos garanticen la vida-. Y resulta que terminan siendo tus propios verdugos, tus propios sicarios…. Y en las situaciones que estamos, nosotros hemos perdido la condición de ciudadanía por adquirir condición de víctimas de la impunidad, de la corrupción, desidia, de la violación constante de los derechos humanos, víctimas de los engaños y manipulaciones que del poder, del gobierno.

- Desde tu perspectiva como luchador social ¿Cuál es la actitud que debe asumir la ciudadanía para enfrentar el problema social de la impunidad?

- Aquí las cosas se resolverán cuando cada quien tenga conciencia del poder y de la responsabilidad, del deber y el derecho que tenemos como ciudadanos. Aquí pueden venir todas las elecciones y todas las asambleas, pero ¿qué carajo va a pasar en el día a día de los problemas que vivimos? No va a pasar nada. Y cuidado si de la crisis, del dolor y de la angustia lo que se hace es tráfico de negociados de las cúpulas por cúpulas y el pueblo sigue siendo víctima. Lo que nos queda a la ciudadanía es luchar, organizarnos, no dejarnos derrotar por muy doloroso, por muy triste que sean estos pasajes de la vida que a uno le corresponde. Yo confieso que sigo en esta lucha para que se haga justicia para Mijaíl, para que se creen unos precedentes, para que no convertirme en convalidador en la impunidad, aún con la muerte de mi hijo. No lo vamos a revivir, no vamos a saciar nunca la desesperanza y el dolor. Pero podemos tener un consuelo en otras vidas, en otros jóvenes que no sean víctimas de lo que fue Mijaíl, en tantos otros, en la medida que la lucha contribuya a incidir en quienes tienen la potestad de dirigir el país. Hay algo que debe estar claro: aquí nos salvamos todos o nos hundimos todos.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Cristina: un corazón noble y espíritu soñador

De caminar sereno y pausado. De pocas palabras. De mirada tímida y distante. De carácter apacible. De corazón noble y espíritu soñador.











Sus trece años de vida los ha dedicado, con verdadera vocación, a ser "las manos y los pies” de su abuela. A ser los ojos y la esperanza de la señora Balbina -una mujer de 72 años con una discapacidad en las piernas- para quien sus impedimentos físicos no han sido limitación para desarrollar su vida familiar.

Cristina apenas ha aprendido a leer y escribir. Su principal formación la ha recibido de su abuela Balbina. Para ella -al contrario del común de los jóvenes de su edad- la escuela no es una prioridad. Su principal responsabilidad es atender a esa madre, quien representa todo en su vida. La acompaña, le ayuda con las labores diarias del hogar, y se ocupa de cuidarla día y noche, como un verdadero ser excepcional. Esta joven -de vestir sencillo y descalzo- ha tenido que sacrificar su niñez para dedicarse por completo a su abuela, quien ha sido su madre y su padre a la vez.

Sus distracciones pasan entre la rutina de los quehaceres del hogar. Entre el almuerzo, la limpieza de la humilde casa donde habitan y el vaivén de los mandados que tiene hacer en el pueblo.


Cristina no conoce la frustración, ni el sentimiento de reproche por todos los sacrificios que, a su corta edad, le ha tocado asumir, y la han hecho tomar responsabilidades que naturalmente -o en otros contextos- no le corresponderían.

Ir a la escuela para Cristina representa un verdadero sacrificio. Su día comienza horas antes de alistarse y recoger sus útiles para irse a clases. Su rutina, comienza bien temprano, para poder cumplir con todas sus obligaciones en el hogar. A las 5 de la mañana, ya está despierta, para preparar las arepas del desayuno; atender a la señora Balbina y darle su tratamiento médico. Antes de pensar en irse a la escuela, atiende a los animales que tienen en la casa. A las 7, está lista para tomar su morral, cruzar la quebrada y sentarse en un pupitre para las lecciones escolares.


A mediodía regresa para continuar con sus tareas hogareñas y a cumplir con esas obligaciones que le corresponden y que no escogió, pero que realiza con mucho amor y dedicación.


Desde muy pequeña, Cristina, sueña con estudiar, tomar una carrera universitaria y formarse como una educadora. Sueña con aprender para enseñar a los demás. Anhela trabajar y esforzarse para poder ofrecerle una mejor calidad de vida a esa madre a quien le demuestra el amor en cada gesto y a acción, de la manera más pura y sincera que humanamente se pueda expresar.






lunes, 14 de marzo de 2011

Balbina: una historia dulce y amarga


Una experiencia de vida en la que el principio de vivir con dignidad, está ausente. La precariedad y la miseria enmarcan la única forma de vida.

72 años acompañan la vida de una dama fuerte, con carácter y espíritu trabajador. Una mujer venezolana que sus condiciones de discapacidad no le han impedido ser el pilar de una familia numerosa. Ha vivido gran parte de su vida y formado a sus 3 hijos, 5 hijas y más de una decena de nietos, en una humilde casa de bahareque, en partes derrumbada por el tiempo, con un techo de zinc que los acobija en un mismo espacio donde se encuentran dos camas, una hamaca, la cocina y un fogón improvisado en el suelo que le permite, entre sus limitaciones, realizar diariamente sus quehaceres para sostener a su familia.

Ella es Balbina Suárez. Una mujer con talante, de carácter “dulce y amargo”, así como ella misma se describe después de una espontanea y pícara carcajada. Su espíritu fuerte, es el alma de este hogar, que está ubicado al otro lado de una quebrada, luego de dejar -a través de unas rendijas que hacen las veces de puente- un marcado camino de tierra que se esconde en medio de una arboleda y que no se deja ver desde la calle principal del Valle de Moroturo, localidad del municipio Urdaneta, al norte del estado Lara; una de las jurisdicciones que se cuentan entre las zonas con mayores índices de pobreza extrema en Venezuela.

Esa quebrada que atraviesan en el vaivén rutinario que los lleva al pueblo- el otro lado de una realidad con menos precariedad- es la fuente de agua que utiliza la familia Suárez para hacer los quehaceres del hogar, y que de vez en cuando, combinan con el agua de lluvia que recogen en algunos toneles y que también sirve para saciar la sed.

Esta misma agua es utilizada para preparar la comida. En la expresión singular, porque la rutina índica tener un sólo plato al día. Alguna arepa con pasta o caraota. La carne, el pollo y las verduras sólo aparecen en ocasiones esporádicas, marcadas por la diferencia en alguna celebración especial.

-Comemos lo que haya-, es lo que dice Balbina, quien al adelantar cualquier conversación, con la naturalidad que la caracteriza, recuerda: “yo no sé cuántos años tendré no ve que yo no sé leer. Para hablar hablo, pero no sé el total que vaya a agarrar de pago de plata ni nada”.

Su escuela, como ella misma lo dice, ha sido la de la vida. Su aprendizaje es producto de las experiencias, buenas y malas, pero que han servido de enseñanza para las nuevas generaciones que han crecido bajo su tutela.

En esta historia, el principio de vivir con dignidad, está ausente. La precariedad y la miseria enmarcan la única forma de vida que ha experimentado la señora Balbina y su familia. Los fundamentos para alcanzar un estado ideal de calidad de vida, no se conocen.

Realidades como ésta, se esconden en cada rincón de nuestro territorio. Detrás de las estadísticas, que representan simples números e indicadores, hay miles de historias que contar. Hay millones de “Balbinas” que viven, padecen, sufren y hasta disfrutan de sus condiciones porque para ellos, simplemente, ésta es la única forma vida.

Mayo, 2010